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adquirir unos conocimientos de su antigua patria. Yo la había usado una vez... por un
momento. Me había producido un indecible dolor de cabeza. Pero ahora era el momento
de volver a ensayar. La mitad de mis tesoros eran misterios, como el cilindro plateado en
mi mano, pero sabía exactamente lo que obtendría de la cinta de plástico. Contenía todo
In que necesitaba saber respecto a Vallon y los Dos Mundos y todas las maravillas que
poseían.
Alcé un vistazo por el ventanal. Los marinos de Smale estaban recorriendo el patio y el
jardín. Las rusos se hallaban casi en el muelle. Todo parecía ir bien. Sin embargo,
tardarían un rato en terminar sus discordias, y otro rato más antes de decidirse a
desalojarme de mi fortaleza. Foster había tardado poco más de una hora en absorber
todo aquel conocimiento. Quizá yo no tardaría tanto.
Dejé el cilindro a un lado, probé un par de cajones, y hallé la cinta de plástico que
albergaba a toda una civilización.
Me dirigí a una butaca, me senté y titubeé. Aquello había sido proyectado para un
cerebro extraño al mío. ¿Y si me dejaba aturdido, sin reflejos, tal vez?
Pero no me quedaba otra alternativa. Lo que pudiese llevarme en mi cerebro me
concedería la independencia, incluso la inmunidad ante la avidez. de las naciones. Podría,
en un momento dado, cambiar mi sabiduría por mi libertad.
Temerosamente, apliqué el plástico a mi cabeza. Noté una sensación de calor y una
fuerte presión. Sentí un gran pánico que, gradualmente, se fue desvaneciendo. Una voz
comenzó a tranquilizarme. Me hallaba entre amigos. Estaba a salvo, estaba bien...
X
"Yací en las tinieblas, con el recuerdo de las torres y las trompetas y las fontanas de
fuego en mi mente. Levante una mano, y sentí una prenda áspera. ¿Estaba soñando? Me
agité. La luz resplandeció en una amplia faja sobre mi cabeza. Por entre mis entornados
ojos distinguí una estancia, una mezquina cámara, polvorienta, empedrada de cascotes y
suciedad. En un muro había una ventana. Fui hasta ella, y vi el verde césped y un
sendero que se curvaba hacia una faja blanca de terreno. Era una escena extraña, y sin
embargo...
"Me sobrecogió una oleada de vértigo y casi me desmayé. Parpadeé y traté de
recordar.
"Alcé la mano, y noté algo en mi cabeza. Lo aparté y cayó al suelo con un sordo
chasquido: un aparato resumidos de ancho espectro, del tipo usado para adoctrinar a los
ciudadanos sin identificar que lean sufrido un Cambio imprevisto..."
De repente, como el agua que mana de una jarra por un agujero, la pintura en mi
mente desapareció, y me hallé de nuevo en mi torre familiar. Habla probado aquella cinta,
preguntándome si me serviría. Me había servido... con una venganza. Durante un minuto
deambulé por el cuarto como un extraño, anhelando hallarme en Vallon. Podía recordar
aquella sensación... pero ya habíase desvanecido. Volvía a ser yo mismo.
Bien, dos ejércitos me habían acorralado y ye, no quería luchar contra nadie. Todo lo
que quería era zafarme de aquella situación.
Una ráfaga de ametralladora me llevó a la ventana. Todo estaba como antes, pero con
más sentido común. El submarino ruso no aparecía por ninguna parte. Ambos adversarios
habían tomado posiciones. Claro que luchaban con armas convencionales Era a mí a
quien querían, y a mis ideas, y no podían exponerse a destruir la isla.
Bien, no sé si había sido mi romanticismo o la necesidad lo que me había llevado a la
idea de hacer construir pasajes subterráneos y secretos en mi castillo, pero ahora estaba
satisfecho de poseerlos. En un muro de la torre había una puerta estrecha que daba a
una escalera de caracol. Desde allí podía dirigirme al cobertizo de las embarcaciones, al
borde bosque a espaldas de la casa, o a la playa, a cien yardas al norte del muelle. Todo
lo que tenía que hacer era...
La casa tembló una décima de segundo antes de escuchar una terrible explosión que
me arrojó al suelo. Sentí como me manaba la sangre de la nariz. Zumbándome la cabeza
me levanté y me abalancé a mi puerta de escape. Oí cómo otra bomba estallaba contra la
casa. Supuse que era un mortero... o una bomba atómica. Debí estar dormido durante los
preliminares de la batalla, despertándome en el momento culminante.
Mis dedos palparon en busca del botón que abría la puerta. Dirigí una última mirada al
torreón. Mis ojos se posaron sobre un cilindro que yo había tirado una hora antes... pero
ahora ya sabía lo que era. Salté a través del cuarto y lo recogí. Recordaba haberlo visto a
bordo del bote de salvamento, escondido entre el esqueleto del terrestre con el collar de
dientes de oso. Debía haberlo hallado, admirando su colorido, y se lo habría metido en su
pantalón de pieles. Y ahora yo, con mis recuerdos valonianos en mi memoria, podía
apreciar la valía de tal objeto. Se trataba de la memoria de Foster. Indudablemente, debía
ser sólo una copia; sin embargo, no podía abandonarla.
Una explosión mayor que las anteriores conmocionó toda la casa. Cayó del techo gran
cantidad de yeso, volví a la salida de emergencia, la abrí y comencé a descender.
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